Cuadro: Atardecer en Cuenca. Miguel Menassa.
Obsesiones
y fobias
Su
mecanismo psíquico y su etiología
Comenzaremos por negar dos aserciones muy
frecuentemente repetidas con relación a los síntomas objeto de este estudio, o sea a las obsesiones y las fobias.
Es preciso afirmar: 1º Que no forman
parte de la neurastenia propiamente dicha, puesto que los enfermos
atacados de estos síntomas son unas veces neurasténicos y otras no. 2º Que no es exacto hacerlos depender de la
degeneración mental, pues los hallamos en personas no más degeneradas
que la mayoría de los neuróticos, y, además, suelen corregirse, e incluso en
algunas ocasiones curarse. Las
obsesiones y las fobias son neurosis aparte, de un mecanismo especial y de una
etiología que en un cierto número de casos me ha sido posible descubrir;
mecanismo y etiología que espero volver a hallar en un gran número de casos
nuevos. Para mejor delimitar nuestro tema dejaremos a un lado una cierta clase
de obsesiones intensas, que no son sino recuerdos, imágenes no alteradas de
sucesos importantes. Citaré como ejemplo la obsesión de Pascal, que creía ver
abrirse un abismo a su izquierda «desde el día en que la carroza en que iba
estuvo a punto de volcar y precipitarse en el Sena». Estas obsesiones y estas
fobias, que podríamos calificar de traumáticas, se enlazan a los síntomas de la
histeria. Una vez separado este grupo, es necesario distinguir otros dos: a)
Las obsesiones propias; y b) las fobias. Su diferencia esencial es la
siguiente: En toda obsesión hay dos elementos: 1º Una idea que se impone al
enfermo. 2º un estado emotivo asociado. Ahora bien: en las fobias, este estado
emotivo es siempre la angustia, mientras que en las obsesiones propias puede
ser igualmente cualquier otro, tal como la duda, el remordimiento o la cólera.
Ante todo, trataré de explicar el mecanismo psicológico, verdaderamente
singular, de las obsesiones propias, muy diferente del de las fobias
I. En muchas obsesiones verdaderas es
evidente que el estado emotivo es lo principal, puesto que persiste inalterado,
variando, en cambio, la idea a él
asociada. Así, la sujeto de nuestra observación número 1 tenía remordimientos muy varios: de haber
robado, de haber maltratado a sus hermanas, de haber fabricado moneda falsa,
etc. Igualmente, las personas que dudan, dudan de muchas cosas a la vez
sucesivamente. El estado emotivo permanece en estos casos invariable,
mutándose, en cambio, la idea. En otros es ésta también fija, como en la
muchacha de nuestra observación número 4, que profesaba un odio incomprensible
a todas las criadas de la casa, cambiando, no obstante, de persona. Pues bien:
un escrupuloso análisis psicológico de estos casos muestra que el estado
emotivo como tal está siempre justificado. La muchacha número 1, que siente
remordimientos, tiene suficientes motivos para ello; las mujeres de la
observación número 3, que dudaban de su resistencia contra las tentaciones,
sabían muy bien por qué, y la muchacha número 4, que detestaba a las
criadas,tenía perfecta razón para quejarse de ellas. El sello patológico de estos
casos consiste, pues, únicamente en los dos singulares caracteres siguientes:
1º Que el estado emotivo se ha eternizado. 2º Que la idea asociada no es ya la
idea justa, la idea original, relacionada con la etiología de la obsesión, sino
una idea sustitutiva de la misma.
Prueba de ello es que en los antecedentes del
enfermo, y en la época inicial de la obsesión, puede hallarse siempre la idea
original, después sustituida. Tales ideas sustituidas tienen caracteres
comunes, correspondiendo a impresiones verdaderamente penosas de la vida sexual
del individuo, que éste se ha forzado en olvidar, sin conseguir más que
reemplazar la idea inconciliable por otra, poco apropiada para asociarse al
estado emotivo, el cual, por su parte, ha permanecido sin alteración. A esta
forzosa conexión del estado emotivo y la idea asociada es a la que se debe el
carácter absurdo de las obsesiones. Expondré aquí mis observaciones y daré
luego como conclusión una tentativa de explicación teórica.
Observación número 1.- Una muchacha, que se
hacía reproches de haber robado, fabricado moneda falsa, etc., según sus
lecturas cotidianas, dándose, sin embargo, cuenta de lo absurdo de tales
reproches. Rectificación de la sustitución.- Se reprochaba el onanismo, que
practicaba en secreto, sin poder renunciar a él. Quedó curada por medio de una
escrupulosa observación, que la impidió masturbarse.
Observación número 2.- Un joven estudiante de
Medicina, que padecía una obsesión análoga. Se reprochaba múltiples actos
inmorales: haber matado a su prima, desflorado a su hermana, incendiado una
casa, etc. Llegó a sentir la necesidad de volverse continuamente en la calle
para convencerse de que no había matado al transeúnte con quien acababa de
cruzarse. Rectificación.- Había leído en un libro de divulgación médica que el
onanismo, al cual se entregaba, desmoralizaba al individuo, habiéndole
impresionado mucho la noticia.
Observación número 3.- Varias mujeres que se
quejaban de la obsesión de arrojarse por la ventana, herir a sus hijos con
cuchillos, tijeras, etc. Rectificación. Tentaciones obsesivas típicas.-
Tratábase de mujeres insatisfechas en su matrimonio, que se debatían contra los
deseos y las ideas voluptuosas que surgían en ellas a la vista de otros
hombres.
Observación número 4.- Una joven
perfectamente sana de espíritu y muy inteligente, que mostraba un odio infinito
contra las criadas de la casa. Este odio se había despertado en ella ante los
descaros de una criada y se había ido transmitiendo luego de criada en criada,
haciendo imposible el servicio de la casa. Como motivo de este sentimiento -
mezcla de odio y de repugnancia -alegaba la sujeto que las suciedades de
aquellas criaturas le estropeaban su idea del amor. Rectificación.- La joven
había sido testigo involuntario de una escena amorosa de su madre. Al
sorprenderla se cubrió el rostro y se tapó los oídos, haciendo luego todo lo
posible por olvidar la escena, que la repugnaba, y cuyo recuerdo la hubiera
obligado a separarse de su madre, a la que amaba tiernamente.
Consiguió, en efecto, el deseado olvido; pero
la cólera que despertó en ella ver ensuciada su idea del amor persistió en su
ánimo, asociándose a ella poco después la idea de una persona que pudiese
reemplazar a su madre.
Observación número 5.- Una joven se había aislado
casi completamente a consecuencia de un miedo obsesivo a la incontinencia de
orina. No podía salir de su cuarto ni recibir una visita sin haber orinado
múltiples veces. Hallándose en su casa y en reposo no sentía miedo alguno.
Rectificación.- Se trataba de una tentación o una desconfianza obsesiva. De lo
que desconfiaba no era de su vejiga, sino de su resistencia contra un impulso
amoroso. Así lo demostraba el origen de la obsesión. Una vez, en el teatro,
había sentido, a la vista de un hombre que le gustaba, un deseo amoroso,
acompañado (como siempre en la polución espontánea de las mujeres) de ganas de
orinar. Habiéndose visto obligada a abandonar el teatro, fue presa desde aquel
momento del miedo a volver a sentir la misma sensación, pero el deseo de orinar
se sustituyó al deseo amoroso. Curó completamente. Las observaciones
precedentes, si bien muestran diversos grados de complejidad, tienen de común
que la idea original (inconciliable) ha sido sustituida por otra. En las que a
continuación pasamos a exponer, la idea original ha sido también sustituida,
pero ya no por otra idea, sino por actos o impulsos que sirvieron
originariamente de alivio o de procedimientos protectores, y que ahora se
hallan en una grotesca asociación con un estado emotivo, con el que no
armonizan pero que es el original, y continúa estando tan justificado como en
un principio.
Observación número 6. Aritmomanía obsesiva.-
Una mujer había contraído la obsesión de contar las losas de la acera, los
escalones, etc., y lo realizaba de continuo, presa de un ridículo estado de
angustia. Rectificación.- Había comenzado a contar para distraerse de sus ideas
obsesivas (tentaciones), y lo había conseguido, pero quedando sustituida la
obsesión primitiva por el impulso a contar.
Observación número 7. Especulación obsesiva
(Gruebelsucht).- Una mujer padecía ataques de esta obsesión, que no cesaban
sino durante los períodos, siendo entonces reemplazados por miedos
hipocondríacos. El tema del ataque era una parte del cuerpo o una función; por
ejemplo, la respiración. ¿Por qué es necesario respirar? ¿Y si yo no quisiera
respirar? Etcétera. Rectificación.- Al principio había tenido miedo de volverse
loca, fobia hipocondríaca, muy frecuente en las mujeres no satisfechas por su
marido, caso que era el suyo. Para convencerse de que no iba a volverse loca y
de que aún gozaba de su inteligencia, había comenzado a plantearse cuestiones y
a ocuparse de problemas de importancia. Con esto consiguió al pronto
tranquilizarse, pero la especulación mental llegó a sustituirse a la fobia.
Desde hacía quince años padecía alternativamente períodos de miedo (patofobia)
y de especulación obsesiva.
Observación número 8. Duda obsesiva.- Varios
casos que mostraban los síntomas típicos de esta obsesión, pero que se explicaban
sencillamente. Estas personas habían padecido o padecían aún obsesiones
diversas, y la conciencia de que la obsesión había perturbado sus actos e
interrumpido el curso de sus pensamientos, les hacía dudar legítimamente de la
fidelidad de su memoria. Todo el mundo siente vacilar su seguridad en sus
propios actos, y se ve obligado a releer una carta o a rehacer una cuenta
cuando su atención ha sido repetidamente distraída varias veces durante la
ejecución del acto. La duda es una consecuencia lógica de la presencia de las
obsesiones.
Observación número 9. Duda obsesiva
(vacilación).- La sujeto de la observación número 4 se había vuelto
excesivamente lenta en todos los actos de la vida ordinaria, particularmente en
los de su tocado. Le eran necesarias horas enteras para anudar los cordones de
sus zapatos o para arreglarse las uñas. Por su parte, lo explicaba diciendo que
no podía atender a su tocado mientras la preocupaban las ideas obsesivas ni
inmediatamente después de cada retorno de las mismas.
Observación número 10. Duda obsesiva. Temor a
los papeles escritos.- Una joven, que había sentido escrúpulos después de haber
escrito una carta, y que a partir de tal momento recogía todos los papeles que
veía, dando como explicación el temor de haber confesado un amor secreto. A
fuerza de repetirse sin cesar el nombre de su amado, había surgido en ella el
miedo de que dicho nombre se hubiese escapado de su pluma, habiéndolo trazado
sobre un papel cualquiera en un momento de ensimismamiento.
Observación número 11. Misofobia.- Una mujer,
que se lavaba las manos cien veces al día, y por no tocarlos con ellas abría
los pestillos de las puertas empujándolos con el codo. Rectificación.- Era el
caso de lady Macbeth. Las abluciones tenían un carácter simbólico y se hallaban
destinadas a sustituir por la pureza física la pureza moral, que la sujeto
lamentaba haber perdido. Se atormentaba con el remordimiento de una infidelidad
conyugal, cuyo recuerdo había decidido ahogar.
Por lo que respecta a la teoría de esta sustitución,
me limitaré a dar respuesta a tres cuestiones que aquí se plantean: 1ª ¿Cómo
puede llevarse a cabo tal sustitución? Parece constituir la expresión de una
disposición psíquica especial. Por lo menos, hallamos muy frecuentemente en las
obsesiones la herencia similar, como en la histeria. Así, el enfermo de la
observación número 2 me comunicó que su padre había padecido síntomas
semejantes, y un día me presentó a un primo hermano con obsesiones y «tic»
convulsivo, y a la hija de su hermana, niña de once años, que mostraba ya
obsesiones (probablemente remordimientos). 2ª ¿Cuál es el motivo de tal
sustitución? A mi juicio, podemos considerarla como un acto de defensa del yo
contra la idea inconciliable. Entre mis enfermos hay algunos que recuerdan el
esfuerzo de voluntad realizado para expulsar la idea o el recuerdo penoso del
campo de la conciencia (observaciones números 3, 4 y 11). En otros casos, esta
expulsión de la idea inconciliable se produjo de un modo inconsciente, que no
ha dejado huella alguna en la memoria de los enfermos. 3ª ¿Por qué el estado
emotivo asociado a la idea obsesiva se ha perpetuado, en lugar de desvanecerse
como los demás estados de nuestro yo? La respuesta a esta interrogación consta
en la teoría sobre los síntomas histéricos, fruto de mi colaboración con
Breuer. Aquí sólo haré observar que el hecho mismo de la sustitución hace
imposible la desaparición del estado emotivo.
II. A estos dos grupos de obsesiones propias
se añade el de las fobias. Estas se diferencian de las obsesiones - según antes
hubimos de indicar - en que el estado emotivo a ellas concomitante es siempre
la angustia. Añadiremos ahora que las obsesiones son múltiples y más
especializadas, y, en cambio, las fobias, más bien monótonas y típicas. También
en las fobias podemos distinguir dos grupos, caracterizados por el objeto de la
angustia: primero, fobias comunes: miedo exagerado a aquellas cosas que todo el
mundo teme algo, tales como la noche, la soledad, la muerte, las enfermedades,
las serpientes, los peligros en general, etc.; y segundo, fobias ocasionales:
angustia emergente en circunstancias especiales que no inspiran temor al hombre
sano. Así, la agorafobia y las demás fobias de la locomoción. Es interesante
observar que estas últimas fobias no son obsesivas, como las obsesiones propias
y las fobias comunes. El estado emotivo no surge en estos casos, sino en
circunstancias especiales, que el enfermo evita cuidadosamente. El mecanismo de
las fobias es totalmente diferente del de las obsesiones.
No se trata ya de una sustitución, ni
resultaba posible descubrir, por medio del análisis psíquico, una idea
inconciliable sustituida. Sólo se encuentra un estado emotivo de angustia, que
por una especie de elección ha hecho resaltar todas las ideas susceptibles de
llegar a ser objeto de una fobia. En los casos de agorafobia, etc., se
encuentra con frecuencia el recuerdo de un ataque de angustia, y en realidad lo
que el enfermo teme es la emergencia de tal ataque en aquellas circunstancias
especiales en las que cree no podrá escapar a él. La angustia de este estado
emotivo existente en el fondo de las fobias no se deriva de ningún recuerdo.
Habremos, pues, de preguntarnos cuál puede ser el origen de esta potente
condición del sistema nervioso. En respuesta a esta interrogación espero poder
demostrar otra vez que está justificado establecer una neurosis especial, la
neurosis de angustia , de la cual es el
síntoma principal dicho estado emotivo . Enumeraremos sus diversos síntomas e
insistiremos en la necesidad de distinguir esta neurosis de la neurastenia, con
la cual se halla ahora confundida. Así, las fobias forman parte de la neurosis
de angustia y aparecen acompañadas casi siempre de otros síntomas de la misma
serie.
La neurosis de angustia es también de origen
sexual, pero no se enlaza a ideas tomadas de la vida sexual, ni en realidad
posee un mecanismo psíquico. Su etiología específica es la acumulación de la
tensión genésica, provocada por la abstinencia o la irritación genésica
frustrada (por el efecto del coito reservado de la impotencia relativa del
marido, de las excitaciones sin satisfacción ulterior de los novios, de la
abstinencia forzada, etc.). En estas condiciones, extraordinariamente
frecuentes, sobre todo para la mujer, en la sociedad actual, es en las que se
desarrolla la neurosis de angustia, de la cual las fobias son una manifestación
psíquica. Para concluir, indicaremos que las fobias y las obsesiones
propiamente dichas pueden combinarse y se combinan, efectivamente, con gran
frecuencia. Así, podemos hallar que en los comienzos de la enfermedad existía
una fobia, desarrollada como síntoma de la neurosis de angustia. La idea que
constituye la fobia y a la cual se encuentra asociado el miedo puede ser
sustituida por otra idea o más bien por el procedimiento protector que parece
aliviar al miedo. La observación número 6 (especulación obsesiva) constituye un
acabado ejemplo de esta clase, o sea de una fobia doblada de una obsesión
propiamente dicha por sustitución.
S. Freud.
1894
No hay comentarios:
Publicar un comentario