La dirección de la cura y los principio de su poder. (1958)
I. ¿Quién analiza hoy?
II. ¿Cuál es el lugar de la interpretación?
III. ¿Cuál es la situación actual de la transferencia?
IV. Cómo actuar en el propio ser
V. Hay que tomar el deseo a la letra
l. ¿Quién analiza hoy?
1. Que un análisis
lleve los rasgos de la persona del analizado, es cosa de la que se habla como
si cayese por su propio peso. Pero quien se interese en los efectos que tendría
sobre él la persona del analista pensaría estar dando pruebas de audacia. Tal es
por lo menos el estremecimiento que nos recorre ante las expresiones de moda
referentes a la contratransferencia, contribuyendo sin duda a enmascarar su
impropiedad conceptual: pensad que testimonio damos de elevación de alma al
mostrarnos en nuestra arcilla como hechos de la misma que aquellos a quienes
amasamos. Acabo de escribir una mala palabra. Es ligera para aquellos a quienes
apunta, siendo así que hoy ni siquiera se guardan las formas para confesar que
bajo el nombre de psicoanálisis muchos se dedican a una "reeducación
emocional del paciente" [22(2)].
Situar en este nivel la acción del analista acarrea una posición de principio, con respecto a la cual todo lo que puede decirse de la contratransferencia, incluso si no es vano, tendrá una función de diversión, Porque es más allá donde se encuentra desde ese momento la impostura que queremos desalojar aquí(3).
No por eso denunciamos lo que el psicoanálisis de hoy tiene de antifreudiano. Pues en esto hay que agradecerle el que se haya quitado la máscara, puesto que se jacta de superar lo que por otra parte ignora, no habiendo retenido de la doctrina de Freud sino justo lo suficiente para sentirse hasta qué punto lo que acaba de enunciar de su experiencia es disonante con ella.
Pretendemos mostrar en qué la impotencia para sostener auténticamente una praxis, se reduce, como es corriente en la historia de los hombres, al ejercicio de un poder.