SOBREDETERMINACIÓN EN
PSICOANÁLISIS. CONFERENCIA DICTADA POR MIGUEL ÓSCAR MENASSA - 1982
Tendríamos que poder
proporcionarnos una formulación de un concepto general acerca de la
sobredeterminación y de la multipledeterminación.
Después, con estas
categorías generales ver el campo que estamos trabajando y encontrar allí, en La interpretación de los sueños, no la
formulación del concepto de sobredeterminación, sino la producción de la
sobredeterminación en el campo específico que delimita el objeto inconsciente.
Son dos tipos de trabajo. El primero es un intento de ver a qué podríamos
llamar sobredeterminación, qué es lo que se dice cuando decimos que un efecto
está sobredeterminado.
Decimos que un efecto
está sobredeterminado cuando es producto de una estructura compleja, en cuya
articulación un concepto mantiene relaciones invariables con los otros
conceptos y da nombre al campo que inaugura; por ejemplo: la teoría del
inconsciente. Por lo tanto, efecto sobredeterminado será el producido por esa
estructura complejamente articulada en el concepto que llamamos inconsciente.
El esfuerzo que nos
cuesta definir la sobredeterminación es porque ésta se lee en un proceso de
construcción.
En ese tercer trabajo
que aparecía en La interpretación de los sueños que llamamos trabajo
real del sueño, el deseo inconsciente era la materialidad sin la cual no era
posible el sueño y por su manera de haber sido construido, de no poder
expresarse como tal, el trabajo del sueño aplicaba sobre este deseo
inconsciente operadores: la condensación, el desplazamiento, la simbolización,
la puesta en escena, para transformar este deseo inconsciente, para deformarlo,
para que fuera posible ahora su expresión, y que el resultado de este trabajo
inconsciente sobre el deseo inconsciente era el sueño manifiesto.
Habíamos dicho que
esto era una conclusión teórica porque nuestra labor, nuestra verdadera tarea
productiva, no había partido del deseo inconsciente sino del efecto producto
del trabajo inconsciente: del sueño manifiesto, del síntoma, del habla, porque
sueño manifiesto llamábamos al discurso onírico, a lo que el soñante decía del
sueño. De la misma manera que esta producción teórica que reconstruye el
trabajo real del sueño, tenemos que pensar el problema de la
sobredeterminación. Sobredeterminación que Freud comienza a sospechar en los
famosos Historiales de la Histeria.
Con Elizabeth hasta llega a utilizar la palabra sobredeterminación, cuando en
realidad todavía lo que explica bajo este término es la determinación mecánica
donde a cada síntoma correspondía una causa. Llama sobredeterminación a lo que
define como determinación mecánica, pero sospecha la sobredeterminación porque
dice: todos los síntomas tienen algo parecido, parece que en algún lugar, todos
ellos, se tejieran en el mismo telar.
Comprender la
sobredeterminación inconsciente es para el psicoanalista donde se juega su
posibilidad de ser o no ser psicoanalista. En tanto, si su tarea termina en el
lugar donde las asociaciones libres del psicoanalizado y algunas palabras del
psicoanalista lo llevan a pensar que son varias las causas que producen los
síntomas, no habría llegado ni a rozar el inconsciente. Estaríamos en la
instancia preconsciente-conciencia.
La motivación que pueda
estimular a los psicoanalistas a comprender los temas que hoy tratamos, es la
de comprender que ignorar la diferencia entre sobredeterminación y
multipledeterminación puede hacer que un tratamiento psicoanalítico no llegue a
comenzar jamás.
Hubo una corriente en
el psicoanálisis que confiaba mucho en el paciente. Pensaba que asociando
libremente el paciente concluiría por decirnos cuál era su deseo inconsciente.
Este psicoanálisis no tenía en cuenta que Freud, en el capítulo La
elaboración onírica, cuando produce por primera vez el concepto
inconsciente, dice que en el sueño se dan dos procesos, uno el establecimiento
de las ideas latentes -las que están en el preconsciente, las que el soñante
recuerda cuando asocia libremente-, y otro la transformación de estas ideas
preconscientes en el sueño manifiesto. El segundo trabajo, la transformación de
las ideas latentes en el contenido manifiesto, no nos interesa -dice Freud-
porque es el pasaje del preconsciente a la conciencia y entre el preconsciente
y la conciencia no hay represión. El verdadero trabajo del sueño es la
traslación del deseo inconsciente a las ideas latentes del sueño. Freud nos
dice que este pensamiento que produce las ideas latentes del sueño no es que
sea díscolo comparado con el pensamiento consciente, sino que es otra cosa, tan
otra cosa es que, a diferencia del sistema de la conciencia, el sistema
inconsciente no piensa, no juzga ni calcula, se limita a transformar. Primera
definición del pensamiento inconsciente.
Lo interesante es que
Freud, sin saberlo antes de producir esta frase, delimita claramente lo que es
multipledeterminación y sobredeterminación. Sin saberlo estaba delimitando dos
conceptos.
Habíamos dicho que
deberíamos poder dar en esta clase el concepto general de sobredeterminación,
que es un concepto correspondiente a la teoría del conocimiento y con este
concepto ir a buscar, en La interpretación de los sueños, la producción
de la sobredeterminación en esa ciencia específica. Lo primero lo hicimos, lo
segundo es mostrar cómo el sistema inconsciente sobredetermina el conjunto de
otras instancias en los límites de su concepto de campo -el aparato psíquico-
entre las cuales existen múltiples determinaciones. En estas múltiples
determinaciones entre las instancias sobredeterminadas, alguna de las
instancias aparece dominando a las restantes, supeditando sus tendencias
articuladas a su propia tendencia. Esta estructuración de las instancias en que
alguna de ellas desempeña una posición de dominancia, está invariablemente
articulada por el inconsciente, que es lo que al psicoanálisis preocupa.
Por más interesante
que nos puedan resultar las transformaciones de las ideas latentes en sueño
manifiesto -la transformación de imagen en palabra o de palabra en imagen,
atributos del aparato percepción-conciencia-, no hacen al verdadero trabajo del
sueño, no hacen al verdadero trabajo inconsciente.
Dijimos que la
técnica psicoanalítica -otro lugar donde Freud vuelve a hablarnos de la
sobredeterminación- era la asociación libre y la transferencia. También dijimos
que para que esta técnica sea científica tenía que haber sido generada en la
materialidad del método de interpretación psicoanalítica.
Cuando confío que el
soñante o el psicoanalizado, asociando libremente me va a dar su inconsciente,
cometo varios errores. Primer error: no tengo en cuenta que se trata de la
asociación libre, pero en el campo de fuerzas que genera la transferencia.
Segundo error: creo que el inconsciente existe, no solamente que existe sino
que hablando puedo transformarlo en conciencia en tanto lo puedo decir.
No solamente es
asociación libre en el campo de fuerzas que genera la transferencia, sino que,
además, todas estas asociaciones deben ser interpretadas. ¿Interpretadas cómo?
Habíamos dicho que el
método no era científico si no provenía de un objeto de conocimiento. Lo que
determina que el método fuera de interpretación era la característica de ese
objeto -el inconsciente- que se mostraba sólo a través de sus efectos y que,
para llegar a él, sólo era posible producirlo mediante la construcción, en
tanto su tiempo es el futuro anterior y este método de construcción es la
interpretación.
No por casualidad es
una labor de interpretación la que hace el soñante al contar lo soñado.
No hay manera de
saber acerca de la deformación producida sin conocer los operadores, los
instrumentos que trabajaron la materia prima. No solamente interpreto algo,
sino que interpreto y reconstruyo operadores, interpreto pero construyo
condensación y desplazamiento. Digo: la energía ligada a una representación
insoportable por el sistema de la conciencia es transferida a otra
representación e invoco, sin querer, el desplazamiento. Pero no solamente
invoco el desplazamiento sino también otra de las categorías fundamentales de
la teoría psicoanalítica: el concepto de transferencia intrapsíquica.
El concepto de
transferencia intrapsíquica no es la transferencia que ocurre entre el
psicoanalista y el paciente, sino el concepto que da cuenta de esa relación. Es
un error más pensar que la transferencia es lo que el paciente le dice a su
psicoanalista que siente por él, sea amor u odio, deseo o inhibición. Esto que
dice es, como cualquier otra palabra que pronuncie el hablante, discurso
manifiesto. La transferencia es inconsciente; por lo tanto, después de decir,
tendrá que asociar libremente en el campo de fuerzas de la transferencia, y si
no hay interpretación que funde la relación transferencial, no existe relación
transferencial. Porque los hechos para el psicoanálisis existen sólo después de
haber sido interpretados.
Dijimos que un efecto
está sobredeterminado cuando era producido por una estructura compleja, cuya
articulación era sobredeterminada por un concepto y que esta sobredeterminación
de la estructura el concepto la conseguía, teniendo una relación invariante con
los otros conceptos. Por esta relación invariante articulada en él –en nuestro
caso el inconsciente- daba el nombre a la estructura que se llama entonces
estructura del inconsciente. Quiero decir que el concepto inconsciente no abarca
la totalidad de la realidad inconsciente, que dentro del cosmos de la realidad
inconsciente, la ciencia psicoanalítica, proveyéndose de un concepto general de
campo en el que opera –el aparato psíquico-, recortaba toda la realidad
inconsciente y decía que del psiquismo del que iba a hablar era del que
transcurría en los límites del aparato psíquico, que el inconsciente generaba y
sobredeterminada.
Cuando hablamos del
inconsciente, hablamos de aquella realidad inconsciente determinada por la
teoría del inconsciente que en ningún caso abarca la totalidad de la realidad
inconsciente.
¿Esto qué quiere
decir?
Quiere decir que en
la práctica técnica psicoanalítica, cuando me voy a enfrentar con el objeto
real a conocer, el inconsciente de fulano de tal, jamás, aunque lo intente,
podré determinar todos sus contenidos.
Hay versiones
filosóficas que asocian el concepto de sobredeterminación al de causa única y
al de causa en última instancia, en las que todavía la religión y la
determinación mecánica son las concepciones de lectura, es decir, donde aún no
se ha ingresado al campo de la ruptura.
Lo que quiero mostrar
es que la estructura sobredeterminante –el concepto inconsciente- queda
relativizada, en su sobredeterminación, a lo que sobredetermina.
Toda interpretación
psicoanalítica será de un contenido sexual, pero no toda la sexualidad puede
ser interpretada. ¿Por qué? ¿Por qué el inconsciente es una estructura
sobredeterminante. ¿Sobre qué? Sobre lo que sobredetermina, únicamente sobre
eso.
No que en cualquier
circunstancia, contexto o tiempo, puede haber una interpretación
psicoanalítica, sino solamente en el tiempo del inconsciente. No en cualquier
espacio de la realidad inconsciente, sino en el espacio de la realidad
inconsciente que determina el contexto de aparato psíquico, de sujeto psíquico.
¿Qué es el sujeto?
¿Es el hombre?
Nada que ver con el
hombre, sino lo que del hombre pueda determinarse teóricamente como
particularidad de una ciencia particular. Un punto de relatividad en la
inmensidad del cosmos. Esa es la relatividad de una ciencia.
Normalmente no nos
llegan las ciencias sino su ideologización, por eso es que toda ciencia
transmitida en estos sistemas nos resulta una maravillosa, contundente y
totalizadora visión del mundo. Lo que quiere decir que la ciencia se transformó
en ideología, porque la ciencia nace mutilada. Esta mutilación, ese recorte
dentro de todo lo posible, le permite un cierto dogmatismo que ejerce sólo
sobre lo que produce como sistema, es decir, sobredetermina aquello que cae
dentro del campo que fue capaz de generar como concepto.
No haber comprendido
el concepto de sobredeterminación nos puede llevar a ser unos amantes de lo
profundo. Hay muchos psicoanalistas amantes de lo profundo, amantes de la
interpretación indiscriminada, van interpretando todo por la calle. Lo que aquí
no está comprendido es el concepto de sobredeterminación. La interpretación
psicoanalítica no puede acontecer sino en el contexto que determina la teoría.
Otro error de lo profundo es que su concepción del tiempo corresponde a la
causación hegeliana, donde de un corte cualquiera de una particularidad puedo
encontrar la totalidad del sistema, la causa, la idea cuyo desarrollo
particular expresa y abarca.
Esta idea yace oculta
en cada caso, profunda, inalcanzable. Tan profunda e inalcanzable que, en el
sistema hegeliano, esa idea es Dios.
El texto sagrado en
psicoanálisis no es Dios sino el texto manifiesto: lo que el soñante relata, lo
que el psicoanalizado habla. Pensar que el texto sagrado está escrito en otro
lugar que el texto manifiesto, es pensar que debajo del texto manifiesto
aparece el inconsciente. El texto manifiesto muestra y oculta a la vez, es y no
es en el mismo trazo, es presente y pasado en el mismo texto.
- ¿El sueño y el
habla transcurren en tiempos diferentes?
- Cuando cuento un
sueño en realidad estoy elaborando una materia natural. Transformando la
materia natural -el sueño- en materia prima -el relato del sueño-. Entonces, la
materia prima que trabaja el psicoanálisis no es el sueño, es el discurso
onírico. Y el discurso onírico es el habla del soñante. Lo que interesa al
psicoanálisis es el proceso del habla, no del sueño. El sueño aparece en
interés de la generalización de la teoría. Freud, en sus investigaciones con
sus enfermos, descubre el inconsciente. ¿Por qué elige el sueño para demostrar
su descubrimiento, es decir, producir el inconsciente? Porque soñar sueñan
todos y quiere escuchar un habla que no provenga de un sistema psíquico enfermo
por creer, como sus críticos, que por provenir de un enfermo le dará resultados
diferentes.
Lo que vengo a
comprobar con los sueños -dice Freud- es que el habla del normal -a partir de
un sueño, no de un delirio- padece las mismas determinaciones que el habla de
un neurótico.
El sueño como
fenómeno transcurre en el tiempo real, pero como discurso onírico transcurre en
el tiempo del habla. Que el sueño transcurra en otro tiempo es una construcción
teórica en que se lo determina como formación del inconsciente; en consecuencia,
el tiempo determinado en esta formación es el tiempo del inconsciente, el
futuro anterior. En la producción teórica de una formación del inconsciente,
quedan especificados como conceptos concretos de esa formación.
Así, el trabajo real
del sueño es el trabajo del inconsciente en la modalidad que particulariza esa
formación. Lo mismo podemos hacer con el relato del chiste, de un síntoma, de
un acto fallido, podríamos también allí llegar a construir un proceso real y
decir, por ejemplo, que tal deseo inconsciente transferido y condensado de tal
o cual manera, sobre tales escenas infantiles, produjo en esta coyuntura
actual, tal proceso. También sería una construcción teórica y también su tiempo
es el tiempo del inconsciente en la producción de esa formación.
- ¿Puede explicar la
relación entre sobredeterminación y dominancia?
Decimos que la
instancia económica sobredetermina la estructura social que está integrada por
las instancias jurídico-política, filosófica, religiosa y la misma instancia
sobredeterminante, la economía.
Que la instancia
económica sobredetermine la estructura social quiere decir que en cualquier
sistema de producción que estudiemos, sea esclavista, feudal, capitalista -las
formaciones sociales padecidas por nuestra civilización-, podrán aparecer
dominando el proceso social cualquiera de las instancias pero en todos los
casos la sobredeterminación es económica. En el capitalismo la instancia
económica es a la vez sobredeterminante y dominante.
Veamos la
modificación padecida por la instancia religiosa, que dominaba los procesos
sociales durante el feudalismo y que hubo de resignar tal dominio, a la
instancia sobredeterminante con la producción de la revolución burguesa.
Bajo el feudalismo la
idea de Dios era trascendente. Dios era el verbo, siempre igual, y en su
quietud todo lo que era palabra participaba de su naturaleza en la que
encontraba fundamento y sentido.
Las leyes del arte y
la producción, en tanto revelación divina, no podían ser alteradas sino por los
representantes del verbo divino, que no eran precisamente los artistas ni los
que producían los bienes.
La instancia
sobredeterminante era la económica, ya que sin producción material no hay vida
en la que pueda residir ninguna humanidad. El campesino sembraba en una fecha
del año y no en otra, porque si no, no crecía el trigo, ni la cebada, ni su
propia vida, ni la de su señor. La organización productiva se produce en el
quehacer productivo.
Esa organización no
la inventó Dios, pero eso no le impidió apropiarse de ella, dictaminando como
divinas esas leyes productivas por tener que ver con el verbo, que en todos los
casos era Dios. Así, estas leyes padecieron las cualidades divinas donde el
producto de la actividad productiva -la organización de los procesos de
trabajo- se presentaba como un orden que, por provenir de Dios, participaba de
sus cualidades: ser inmutables. Esta vocación no impidió que la instancia
económica modificara su organización. Este cambio se generó en un proceso donde
las relaciones de producción -la manera de intercambiar entre los hombres-,
dominadas por la religión, entran en contradicción con los cambios que
acontecían en la organización productiva. El producto de esta contradicción es
un nuevo sistema de producción social: el capitalismo.
¿Qué ocurrió con el
Dios trascendente?
Mutó en Dios
inmanente. El Dios protestante, el Dios hegeliano que se transforma en la
transformación de la cosa, inmane en cada gestalt. Es lícito, en este nuevo
orden divino, la investigación de la cosa porque en esta actividad se recorre
el camino de la búsqueda del Señor yacente en ella. Las ciencias experimentales
-pivot ideativo en que centra su posibilidad el nuevo sistema social, ya que de
ellas dependen las transformaciones de los instrumentos de producción-, antes
heréticas, gozan del beneplácito del nuevo Dios. Y no se trató de ninguna
bondad, sino del resultado de la transformación social que relegó de su
posición dominante a la religión, para pasar a una nueva dominación, la de la
instancia sobredeterminante: la instancia económica. Los caracteres del ser de
Dios supeditan sus cualidades a los requisitos de la nueva dominación.
Donde antes las leyes
de la producción eran inmutables por padecer el rigor de esa divinidad, hoy el
orden divino inmane en la cosa por imperativo de la investigación de la nueva
dominancia -la economía- consolidada en todo proceso de producción.
Teniendo en cuenta
que el sujeto psíquico en cuestión es sujeto de la ciencia, en tanto es una
determinación teórica la que en su articulación sobredetermina que los
fenómenos de conciencia llamados las formaciones del inconsciente están
sobredeterminados en última instancia por el deseo inconsciente, la
polifacética situación de estas formaciones, síntomas, sueños, actos fallidos y
las menos estudiadas de las relaciones genitales, muestra que lo que
sobredetermina no determina el desarrollo de ningún deseo sobre ningún objeto
sino que lo que sobredetermina sólo determina el desarrollo del deseo.
Entonces, lo que teóricamente es, el deseo no tiene objeto, fenómenológicamente
es, el deseo puede adherirse a cualquier objeto, a cualquier fragmento de
objeto, a cualquier astilla de objeto, es decir, puede transferirse a cualquier
representación.
Freud llega a decir
el inconsciente no sólo sobredetermina la conciencia sino que la genera, con lo
cual todas las prácticas psicológicas dedicadas al análisis del carácter, el
análisis del yo, el análisis de la instancia moral, son prácticas a nuestro
entender extraviadas, porque las terapias del yo llegan a pensar en una autonomía
del yo; según lo que estamos diciendo, la autonomía de nuestro yo es relativa
en tanto es una autonomía sobredeterminada.
Cuando hablamos de
conciencia en términos freudianos nos estamos refiriendo al órgano perceptual
del mundo interior y del mundo exterior. Órgano perceptual, es decir, que
nuestra conciencia, según el psicoanálisis, se equivoca de la misma manera que
nuestros ojos, que nuestro gusto, que nuestros sentidos. Es tan ilusorio decir
que se llegó tarde a clase por problemas de tránsito como ilusorio es creer que
el sol gira alrededor de la tierra. Ilusorio es pensar que la úlcera gástrica
se produce por un aumento de ácido clorhídrico, como ilusorio es creer que los
números están unidos a las cosas, o que las palabras designan exactamente la
cosa que designan, o que entre las cosas que designan y las palabras hay algo
más que una arbitrariedad. Pensar que la palabra “látigo” tiene el sonido del
latigazo es tan ilusorio como creer que cuando un hombre mira a mi mujer lo que
experimento son celos, cuando en realidad lo que experimento son deseos. Es
decir, todo razonamiento consciente tendrá el error de fijarse en lo manifiesto
porque, aún cuando huye de un peligro interior, no huye verdaderamente de lo
que está ocurriendo en los procesos inconscientes sino de lo que estos procesos
inconscientes producen en ella, la conciencia. Es decir, de las manifestaciones
del deseo, no del deseo, de lo que representa el deseo; por eso se dice que el
deseo no está en ningún lugar en tanto es inconsciente y cuando deja de ser
inconsciente es conocimiento, ya no es más inconsciente.
Mientras el
inconsciente está actuando produce las formaciones del inconsciente: sueño
manifiesto. Cuando interpreto el sueño manifiesto, voy desde la manifestación a
los operadores: condensación y desplazamiento que actuaron al servicio de la
represión e interpreto el deseo inconsciente. Este deseo inconsciente ha pasado
a ser conocimiento de la realidad psíquica del sujeto, ya no es más un deseo,
es realidad objetiva, no es más el inconsciente, se ha interpretado.
FREUD Y LACAN - HABLADOS -
Miguel Óscar Menassa
Editorial Grupo Cero
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