lunes, 3 de febrero de 2014

SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS.


SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS. CONFERENCIA DICTADA POR MIGUEL ÓSCAR MENASSA - 1982

Tendríamos que poder proporcionarnos una formulación de un concepto general acerca de la sobredeterminación y de la multipledeterminación.
Después, con estas categorías generales ver el campo que estamos trabajando y encontrar allí, en La interpretación de los sueños, no la formulación del concepto de sobredeterminación, sino la producción de la sobredeterminación en el campo específico que delimita el objeto inconsciente. Son dos tipos de trabajo. El primero es un intento de ver a qué podríamos llamar sobredeterminación, qué es lo que se dice cuando decimos que un efecto está sobredeterminado.
Decimos que un efecto está sobredeterminado cuando es producto de una estructura compleja, en cuya articulación un concepto mantiene relaciones invariables con los otros conceptos y da nombre al campo que inaugura; por ejemplo: la teoría del inconsciente. Por lo tanto, efecto sobredeterminado será el producido por esa estructura complejamente articulada en el concepto que llamamos inconsciente.
El esfuerzo que nos cuesta definir la sobredeterminación es porque ésta se lee en un proceso de construcción.
En ese tercer trabajo que aparecía en La interpretación de los sueños que llamamos trabajo real del sueño, el deseo inconsciente era la materialidad sin la cual no era posible el sueño y por su manera de haber sido construido, de no poder expresarse como tal, el trabajo del sueño aplicaba sobre este deseo inconsciente operadores: la condensación, el desplazamiento, la simbolización, la puesta en escena, para transformar este deseo inconsciente, para deformarlo, para que fuera posible ahora su expresión, y que el resultado de este trabajo inconsciente sobre el deseo inconsciente era el sueño manifiesto.
Habíamos dicho que esto era una conclusión teórica porque nuestra labor, nuestra verdadera tarea productiva, no había partido del deseo inconsciente sino del efecto producto del trabajo inconsciente: del sueño manifiesto, del síntoma, del habla, porque sueño manifiesto llamábamos al discurso onírico, a lo que el soñante decía del sueño. De la misma manera que esta producción teórica que reconstruye el trabajo real del sueño, tenemos que pensar el problema de la sobredeterminación. Sobredeterminación que Freud comienza a sospechar en los famosos Historiales de la Histeria. Con Elizabeth hasta llega a utilizar la palabra sobredeterminación, cuando en realidad todavía lo que explica bajo este término es la determinación mecánica donde a cada síntoma correspondía una causa. Llama sobredeterminación a lo que define como determinación mecánica, pero sospecha la sobredeterminación porque dice: todos los síntomas tienen algo parecido, parece que en algún lugar, todos ellos, se tejieran en el mismo telar.
Pero de la misma manera que no podía saber que lo que le pasaba a Elizabeth era la transferencia, porque Freud no tenía el concepto Inconsciente, pensaba de una manera intelectual la posibilidad de la erradicación de los síntomas en tanto creía -con las técnicas y métodos anteriores a la técnica y método psicoanalítico- que comunicándole al paciente o al soñante la causa o motivo de sus síntomas, éstos curarían.
Comprender la sobredeterminación inconsciente es para el psicoanalista donde se juega su posibilidad de ser o no ser psicoanalista. En tanto, si su tarea termina en el lugar donde las asociaciones libres del psicoanalizado y algunas palabras del psicoanalista lo llevan a pensar que son varias las causas que producen los síntomas, no habría llegado ni a rozar el inconsciente. Estaríamos en la instancia preconsciente-conciencia.
La motivación que pueda estimular a los psicoanalistas a comprender los temas que hoy tratamos, es la de comprender que ignorar la diferencia entre sobredeterminación y multipledeterminación puede hacer que un tratamiento psicoanalítico no llegue a comenzar jamás.
Hubo una corriente en el psicoanálisis que confiaba mucho en el paciente. Pensaba que asociando libremente el paciente concluiría por decirnos cuál era su deseo inconsciente. Este psicoanálisis no tenía en cuenta que Freud, en el capítulo La elaboración onírica, cuando produce por primera vez el concepto inconsciente, dice que en el sueño se dan dos procesos, uno el establecimiento de las ideas latentes -las que están en el preconsciente, las que el soñante recuerda cuando asocia libremente-, y otro la transformación de estas ideas preconscientes en el sueño manifiesto. El segundo trabajo, la transformación de las ideas latentes en el contenido manifiesto, no nos interesa -dice Freud- porque es el pasaje del preconsciente a la conciencia y entre el preconsciente y la conciencia no hay represión. El verdadero trabajo del sueño es la traslación del deseo inconsciente a las ideas latentes del sueño. Freud nos dice que este pensamiento que produce las ideas latentes del sueño no es que sea díscolo comparado con el pensamiento consciente, sino que es otra cosa, tan otra cosa es que, a diferencia del sistema de la conciencia, el sistema inconsciente no piensa, no juzga ni calcula, se limita a transformar. Primera definición del pensamiento inconsciente.
Lo interesante es que Freud, sin saberlo antes de producir esta frase, delimita claramente lo que es multipledeterminación y sobredeterminación. Sin saberlo estaba delimitando dos conceptos.
Habíamos dicho que deberíamos poder dar en esta clase el concepto general de sobredeterminación, que es un concepto correspondiente a la teoría del conocimiento y con este concepto ir a buscar, en La interpretación de los sueños, la producción de la sobredeterminación en esa ciencia específica. Lo primero lo hicimos, lo segundo es mostrar cómo el sistema inconsciente sobredetermina el conjunto de otras instancias en los límites de su concepto de campo -el aparato psíquico- entre las cuales existen múltiples determinaciones. En estas múltiples determinaciones entre las instancias sobredeterminadas, alguna de las instancias aparece dominando a las restantes, supeditando sus tendencias articuladas a su propia tendencia. Esta estructuración de las instancias en que alguna de ellas desempeña una posición de dominancia, está invariablemente articulada por el inconsciente, que es lo que al psicoanálisis preocupa.
Por más interesante que nos puedan resultar las transformaciones de las ideas latentes en sueño manifiesto -la transformación de imagen en palabra o de palabra en imagen, atributos del aparato percepción-conciencia-, no hacen al verdadero trabajo del sueño, no hacen al verdadero trabajo inconsciente.
Dijimos que la técnica psicoanalítica -otro lugar donde Freud vuelve a hablarnos de la sobredeterminación- era la asociación libre y la transferencia. También dijimos que para que esta técnica sea científica tenía que haber sido generada en la materialidad del método de interpretación psicoanalítica.
Cuando confío que el soñante o el psicoanalizado, asociando libremente me va a dar su inconsciente, cometo varios errores. Primer error: no tengo en cuenta que se trata de la asociación libre, pero en el campo de fuerzas que genera la transferencia. Segundo error: creo que el inconsciente existe, no solamente que existe sino que hablando puedo transformarlo en conciencia en tanto lo puedo decir.
No solamente es asociación libre en el campo de fuerzas que genera la transferencia, sino que, además, todas estas asociaciones deben ser interpretadas. ¿Interpretadas cómo?
Habíamos dicho que el método no era científico si no provenía de un objeto de conocimiento. Lo que determina que el método fuera de interpretación era la característica de ese objeto -el inconsciente- que se mostraba sólo a través de sus efectos y que, para llegar a él, sólo era posible producirlo mediante la construcción, en tanto su tiempo es el futuro anterior y este método de construcción es la interpretación.
No por casualidad es una labor de interpretación la que hace el soñante al contar lo soñado.
No hay manera de saber acerca de la deformación producida sin conocer los operadores, los instrumentos que trabajaron la materia prima. No solamente interpreto algo, sino que interpreto y reconstruyo operadores, interpreto pero construyo condensación y desplazamiento. Digo: la energía ligada a una representación insoportable por el sistema de la conciencia es transferida a otra representación e invoco, sin querer, el desplazamiento. Pero no solamente invoco el desplazamiento sino también otra de las categorías fundamentales de la teoría psicoanalítica: el concepto de transferencia intrapsíquica.
El concepto de transferencia intrapsíquica no es la transferencia que ocurre entre el psicoanalista y el paciente, sino el concepto que da cuenta de esa relación. Es un error más pensar que la transferencia es lo que el paciente le dice a su psicoanalista que siente por él, sea amor u odio, deseo o inhibición. Esto que dice es, como cualquier otra palabra que pronuncie el hablante, discurso manifiesto. La transferencia es inconsciente; por lo tanto, después de decir, tendrá que asociar libremente en el campo de fuerzas de la transferencia, y si no hay interpretación que funde la relación transferencial, no existe relación transferencial. Porque los hechos para el psicoanálisis existen sólo después de haber sido interpretados.
Dijimos que un efecto está sobredeterminado cuando era producido por una estructura compleja, cuya articulación era sobredeterminada por un concepto y que esta sobredeterminación de la estructura el concepto la conseguía, teniendo una relación invariante con los otros conceptos. Por esta relación invariante articulada en él –en nuestro caso el inconsciente- daba el nombre a la estructura que se llama entonces estructura del inconsciente. Quiero decir que el concepto inconsciente no abarca la totalidad de la realidad inconsciente, que dentro del cosmos de la realidad inconsciente, la ciencia psicoanalítica, proveyéndose de un concepto general de campo en el que opera –el aparato psíquico-, recortaba toda la realidad inconsciente y decía que del psiquismo del que iba a hablar era del que transcurría en los límites del aparato psíquico, que el inconsciente generaba y sobredeterminada.
Cuando hablamos del inconsciente, hablamos de aquella realidad inconsciente determinada por la teoría del inconsciente que en ningún caso abarca la totalidad de la realidad inconsciente.
¿Esto qué quiere decir?
Quiere decir que en la práctica técnica psicoanalítica, cuando me voy a enfrentar con el objeto real a conocer, el inconsciente de fulano de tal, jamás, aunque lo intente, podré determinar todos sus contenidos.
Hay versiones filosóficas que asocian el concepto de sobredeterminación al de causa única y al de causa en última instancia, en las que todavía la religión y la determinación mecánica son las concepciones de lectura, es decir, donde aún no se ha ingresado al campo de la ruptura.
Lo que quiero mostrar es que la estructura sobredeterminante –el concepto inconsciente- queda relativizada, en su sobredeterminación, a lo que sobredetermina.
Toda interpretación psicoanalítica será de un contenido sexual, pero no toda la sexualidad puede ser interpretada. ¿Por qué? ¿Por qué el inconsciente es una estructura sobredeterminante. ¿Sobre qué? Sobre lo que sobredetermina, únicamente sobre eso.
No que en cualquier circunstancia, contexto o tiempo, puede haber una interpretación psicoanalítica, sino solamente en el tiempo del inconsciente. No en cualquier espacio de la realidad inconsciente, sino en el espacio de la realidad inconsciente que determina el contexto de aparato psíquico, de sujeto psíquico.
¿Qué es el sujeto? ¿Es el hombre?
Nada que ver con el hombre, sino lo que del hombre pueda determinarse teóricamente como particularidad de una ciencia particular. Un punto de relatividad en la inmensidad del cosmos. Esa es la relatividad de una ciencia.
Normalmente no nos llegan las ciencias sino su ideologización, por eso es que toda ciencia transmitida en estos sistemas nos resulta una maravillosa, contundente y totalizadora visión del mundo. Lo que quiere decir que la ciencia se transformó en ideología, porque la ciencia nace mutilada. Esta mutilación, ese recorte dentro de todo lo posible, le permite un cierto dogmatismo que ejerce sólo sobre lo que produce como sistema, es decir, sobredetermina aquello que cae dentro del campo que fue capaz de generar como concepto.
No haber comprendido el concepto de sobredeterminación nos puede llevar a ser unos amantes de lo profundo. Hay muchos psicoanalistas amantes de lo profundo, amantes de la interpretación indiscriminada, van interpretando todo por la calle. Lo que aquí no está comprendido es el concepto de sobredeterminación. La interpretación psicoanalítica no puede acontecer sino en el contexto que determina la teoría. Otro error de lo profundo es que su concepción del tiempo corresponde a la causación hegeliana, donde de un corte cualquiera de una particularidad puedo encontrar la totalidad del sistema, la causa, la idea cuyo desarrollo particular expresa y abarca.
Esta idea yace oculta en cada caso, profunda, inalcanzable. Tan profunda e inalcanzable que, en el sistema hegeliano, esa idea es Dios.
El texto sagrado en psicoanálisis no es Dios sino el texto manifiesto: lo que el soñante relata, lo que el psicoanalizado habla. Pensar que el texto sagrado está escrito en otro lugar que el texto manifiesto, es pensar que debajo del texto manifiesto aparece el inconsciente. El texto manifiesto muestra y oculta a la vez, es y no es en el mismo trazo, es presente y pasado en el mismo texto.
- ¿El sueño y el habla transcurren en tiempos diferentes?
- Cuando cuento un sueño en realidad estoy elaborando una materia natural. Transformando la materia natural -el sueño- en materia prima -el relato del sueño-. Entonces, la materia prima que trabaja el psicoanálisis no es el sueño, es el discurso onírico. Y el discurso onírico es el habla del soñante. Lo que interesa al psicoanálisis es el proceso del habla, no del sueño. El sueño aparece en interés de la generalización de la teoría. Freud, en sus investigaciones con sus enfermos, descubre el inconsciente. ¿Por qué elige el sueño para demostrar su descubrimiento, es decir, producir el inconsciente? Porque soñar sueñan todos y quiere escuchar un habla que no provenga de un sistema psíquico enfermo por creer, como sus críticos, que por provenir de un enfermo le dará resultados diferentes.
Lo que vengo a comprobar con los sueños -dice Freud- es que el habla del normal -a partir de un sueño, no de un delirio- padece las mismas determinaciones que el habla de un neurótico.
El sueño como fenómeno transcurre en el tiempo real, pero como discurso onírico transcurre en el tiempo del habla. Que el sueño transcurra en otro tiempo es una construcción teórica en que se lo determina como formación del inconsciente; en consecuencia, el tiempo determinado en esta formación es el tiempo del inconsciente, el futuro anterior. En la producción teórica de una formación del inconsciente, quedan especificados como conceptos concretos de esa formación.
Así, el trabajo real del sueño es el trabajo del inconsciente en la modalidad que particulariza esa formación. Lo mismo podemos hacer con el relato del chiste, de un síntoma, de un acto fallido, podríamos también allí llegar a construir un proceso real y decir, por ejemplo, que tal deseo inconsciente transferido y condensado de tal o cual manera, sobre tales escenas infantiles, produjo en esta coyuntura actual, tal proceso. También sería una construcción teórica y también su tiempo es el tiempo del inconsciente en la producción de esa formación.
- ¿Puede explicar la relación entre sobredeterminación y dominancia?
Decimos que la instancia económica sobredetermina la estructura social que está integrada por las instancias jurídico-política, filosófica, religiosa y la misma instancia sobredeterminante, la economía.
Que la instancia económica sobredetermine la estructura social quiere decir que en cualquier sistema de producción que estudiemos, sea esclavista, feudal, capitalista -las formaciones sociales padecidas por nuestra civilización-, podrán aparecer dominando el proceso social cualquiera de las instancias pero en todos los casos la sobredeterminación es económica. En el capitalismo la instancia económica es a la vez sobredeterminante y dominante.
Veamos la modificación padecida por la instancia religiosa, que dominaba los procesos sociales durante el feudalismo y que hubo de resignar tal dominio, a la instancia sobredeterminante con la producción de la revolución burguesa.
Bajo el feudalismo la idea de Dios era trascendente. Dios era el verbo, siempre igual, y en su quietud todo lo que era palabra participaba de su naturaleza en la que encontraba fundamento y sentido.
Las leyes del arte y la producción, en tanto revelación divina, no podían ser alteradas sino por los representantes del verbo divino, que no eran precisamente los artistas ni los que producían los bienes.
La instancia sobredeterminante era la económica, ya que sin producción material no hay vida en la que pueda residir ninguna humanidad. El campesino sembraba en una fecha del año y no en otra, porque si no, no crecía el trigo, ni la cebada, ni su propia vida, ni la de su señor. La organización productiva se produce en el quehacer productivo.
Esa organización no la inventó Dios, pero eso no le impidió apropiarse de ella, dictaminando como divinas esas leyes productivas por tener que ver con el verbo, que en todos los casos era Dios. Así, estas leyes padecieron las cualidades divinas donde el producto de la actividad productiva -la organización de los procesos de trabajo- se presentaba como un orden que, por provenir de Dios, participaba de sus cualidades: ser inmutables. Esta vocación no impidió que la instancia económica modificara su organización. Este cambio se generó en un proceso donde las relaciones de producción -la manera de intercambiar entre los hombres-, dominadas por la religión, entran en contradicción con los cambios que acontecían en la organización productiva. El producto de esta contradicción es un nuevo sistema de producción social: el capitalismo.
¿Qué ocurrió con el Dios trascendente?
Mutó en Dios inmanente. El Dios protestante, el Dios hegeliano que se transforma en la transformación de la cosa, inmane en cada gestalt. Es lícito, en este nuevo orden divino, la investigación de la cosa porque en esta actividad se recorre el camino de la búsqueda del Señor yacente en ella. Las ciencias experimentales -pivot ideativo en que centra su posibilidad el nuevo sistema social, ya que de ellas dependen las transformaciones de los instrumentos de producción-, antes heréticas, gozan del beneplácito del nuevo Dios. Y no se trató de ninguna bondad, sino del resultado de la transformación social que relegó de su posición dominante a la religión, para pasar a una nueva dominación, la de la instancia sobredeterminante: la instancia económica. Los caracteres del ser de Dios supeditan sus cualidades a los requisitos de la nueva dominación.
Donde antes las leyes de la producción eran inmutables por padecer el rigor de esa divinidad, hoy el orden divino inmane en la cosa por imperativo de la investigación de la nueva dominancia -la economía- consolidada en todo proceso de producción.
Teniendo en cuenta que el sujeto psíquico en cuestión es sujeto de la ciencia, en tanto es una determinación teórica la que en su articulación sobredetermina que los fenómenos de conciencia llamados las formaciones del inconsciente están sobredeterminados en última instancia por el deseo inconsciente, la polifacética situación de estas formaciones, síntomas, sueños, actos fallidos y las menos estudiadas de las relaciones genitales, muestra que lo que sobredetermina no determina el desarrollo de ningún deseo sobre ningún objeto sino que lo que sobredetermina sólo determina el desarrollo del deseo. Entonces, lo que teóricamente es, el deseo no tiene objeto, fenómenológicamente es, el deseo puede adherirse a cualquier objeto, a cualquier fragmento de objeto, a cualquier astilla de objeto, es decir, puede transferirse a cualquier representación.
Freud llega a decir el inconsciente no sólo sobredetermina la conciencia sino que la genera, con lo cual todas las prácticas psicológicas dedicadas al análisis del carácter, el análisis del yo, el análisis de la instancia moral, son prácticas a nuestro entender extraviadas, porque las terapias del yo llegan a pensar en una autonomía del yo; según lo que estamos diciendo, la autonomía de nuestro yo es relativa en tanto es una autonomía sobredeterminada.
Cuando hablamos de conciencia en términos freudianos nos estamos refiriendo al órgano perceptual del mundo interior y del mundo exterior. Órgano perceptual, es decir, que nuestra conciencia, según el psicoanálisis, se equivoca de la misma manera que nuestros ojos, que nuestro gusto, que nuestros sentidos. Es tan ilusorio decir que se llegó tarde a clase por problemas de tránsito como ilusorio es creer que el sol gira alrededor de la tierra. Ilusorio es pensar que la úlcera gástrica se produce por un aumento de ácido clorhídrico, como ilusorio es creer que los números están unidos a las cosas, o que las palabras designan exactamente la cosa que designan, o que entre las cosas que designan y las palabras hay algo más que una arbitrariedad. Pensar que la palabra “látigo” tiene el sonido del latigazo es tan ilusorio como creer que cuando un hombre mira a mi mujer lo que experimento son celos, cuando en realidad lo que experimento son deseos. Es decir, todo razonamiento consciente tendrá el error de fijarse en lo manifiesto porque, aún cuando huye de un peligro interior, no huye verdaderamente de lo que está ocurriendo en los procesos inconscientes sino de lo que estos procesos inconscientes producen en ella, la conciencia. Es decir, de las manifestaciones del deseo, no del deseo, de lo que representa el deseo; por eso se dice que el deseo no está en ningún lugar en tanto es inconsciente y cuando deja de ser inconsciente es conocimiento, ya no es más inconsciente.
Mientras el inconsciente está actuando produce las formaciones del inconsciente: sueño manifiesto. Cuando interpreto el sueño manifiesto, voy desde la manifestación a los operadores: condensación y desplazamiento que actuaron al servicio de la represión e interpreto el deseo inconsciente. Este deseo inconsciente ha pasado a ser conocimiento de la realidad psíquica del sujeto, ya no es más un deseo, es realidad objetiva, no es más el inconsciente, se ha interpretado.
FREUD Y LACAN - HABLADOS -
Miguel Óscar Menassa
Editorial Grupo Cero

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